PRINCIPIOS

  • Que se entiende por principios:

Principios son las bases y fundamentos para la concreción de una visión.

El Movimiento entiende por principios a aquellas verdades fundamentales que Dios comenzó a revelar a los primeros padres de la obra, por medio del obrar y la renovación del Espíritu Santo.

Tanto Samuel Sorensen, como quienes lo acompañaron en esos comienzos, se aferraron y fueron guiados por estas verdades bíblicas y pudieron comenzar a ver cristalizados su sueños de una obra en plena expansión.

  • La importancia de tener principios y conocerlos.

El universo se rige por leyes y principios. El hecho que Dios mantenga inamovibles sus leyes hace que el hombre pueda crear y mantener su sistema.

El desarrollo espectacular de la ciencia en estos últimos años se debe a que el ser humano ha logrado descubrir y entender ciertas leyes o principios. Ese desarrollo, unido a los elementos puestos a su disposición, ha puesto en marcha un mundo de tecnología.

Dios es un Dios de principios. Jesús, en el Sermón del Monte, estableció los principios fundamentales del reino de Dios (Mateo 5). Conocer y obedecer estos principios produce como resultado una vida dichosa y feliz.

Estos principios y muchos más son comunes a toda la Iglesia de Dios, y obedecerlos trae la bendición de Dios.

A continuación, se han de enumerar cinco principios que constituyen el factor distintivo de la obra del Movimiento. Estos, son los pilares fundamentales sobre los cuales se ha desarrollado y establecido la obra, y que la han llevado a ser lo que es hoy.

Tenerlos en cuenta y practicarlos llevará al Movimiento a una etapa de mayor y más importante ensanche y crecimiento.

1) LLAMAMIENTO

Todo comienza con el llamamiento. La Biblia relata cuando Jesús caminó junto al mar y vio a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan y los llamó, pasó por el banco de los tributos públicos y llamó a Mateo (Mateo 4:18-22). Allí comenzaron las experiencias de los discípulos con Jesús. Fue el comienzo de su formación y posteriormente de su ministerio.

Llamamiento es elección, predestinación, Jesús les dijo a sus discípulos “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16). Es encajar en los planes y propósitos de Dios. Esto tiene mucho que ver con la renovación y el obrar del Espíritu Santo en esta última hora.

Los manuales misioneros hablan de “fervor misionero, entusiasmo, vocación” que sin dudas son buenas cosas, pero en esta hora de renovación del ministerio del Espíritu Santo esas expresiones no caben.

En este sistema de total dependencia de Dios, lo que mantendrá firme a alguien en el momento de la batalla espiritual, no será ni el fervor misionero, ni el entusiasmo, ni la vocación, sino la seguridad y certeza del llamamiento.

En la obra de Dios no hay lugar para voluntarios, sino para llamados.

¿Qué es llamamiento?

Llamamiento es la revelación celestial, por medio de la cual un ser humano entiende que Dios lo está requiriendo para una acción en su reino.

La Biblia relata la visión del apóstol Pablo: “Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, enseguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el Evangelio” (Hechos 16:9 y 10). El llamamiento requiere acción.

El llamamiento es soberano y con propósito

El llamamiento corresponde a un diseño de Dios. El apóstol Pablo alcanzó a descubrir que en la visión que tuvo (Hechos 26:19), se encontraba el llamamiento divino que le permitiría alcanzar el propósito de Dios con su vida: “Yo entonces dije: ¿Quién eres Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 16:9-10). Leer también Filipenses 3:7-14.

Dios llama conforme a su propósito, no conforme a los hombres y sus obras. El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: «…quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos…» (2da de Timoteo 1:9). Dios salvó y llamó a los creyentes desde antes de los tiempos.

El llamamiento de Dios es soberano, e implica una actividad creativa en él.

La Biblia habla del llamamiento de Abraham: “(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama a las cosas que no son como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia”. (Romanos 4:17-18).

Aquel que llama va a crear en el llamado todo aquello que necesita para cumplir el propósito para el cual lo llamó. “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24)

Dios escoge con absoluta soberanía. 

Un ejemplo lo da el apóstol Pablo en 1 Corintios 1:24-31: “mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (Ver Romanos 11:13 y Romanos 9:25-26).

Dios va aclarando el llamamiento.

No se debe ser rebelde aunque no se sepa todo de antemano. Pablo en Los Hechos de los apóstoles relata cuando estaba recién convertido y Ananías le dijo que oiría la voz de Dios y conocería su voluntad. “Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautizate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:14-16).

¿Cómo saber que Dios llama?

En el antiguo pacto, (antiguo testamento), por no haber una manifestación continua del Espíritu Santo sobre la tierra. Dios tuvo que usar formas espectaculares.

Ejemplos:

  • Llamó a Moisés en medio de una zarza que ardía y no se consumía.
  • Llamó a Gedeón por medio del “Ángel de Jehová”
  • Llamó a David por medio del profeta Samuel que lo ungió con el cuerno de aceite.
  • Llamó a Eliseo a través del manto de Elías.

Durante el ministerio de Jesús en la tierra, Él llamó personalmente.

En la era de la Iglesia, que es la era del Espíritu Santo, esta labor es llevada a cabo en forma muy normal por el Espíritu Santo, que habla a través de predicaciones, profecías, oraciones, su palabra vivificada, y hasta en sueños y visiones.

También puede comenzar el llamado de manera muy simple, sintiendo una carga en el corazón por determinadas personas, grupos o lugares, etc.

En el camino de entender el llamamiento, es necesario desestimar algunas cosas:

  • No depende de las circunstancias. (Ejemplo: Se murió un familiar en un lugar y dejó una casa. Seguro que Dios me llama para allí). Falso.
  • No depende de la lógica. (Ejemplo: boliviano a Bolivia. Intelectual a intelectuales).
  • No depende de la aprobación humana. No es la visión del Movimiento tener juntas de misiones. Dios le dijo a Samuel cuando tenía que ungir rey a Israel:
    “Y Jehová respondió a Samuel: No mires su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
  • Puede existir la posibilidad de que un creyente tenga la tentación de buscar hasta encontrar a alguien que le diga lo que quiere oír, sin necesidad de que esto sea la voluntad de Dios. (Léase 2 Crónicas 18).
  • Dios puede usar estas cosas, pero no son suficientes confirmaciones.

Señales del llamamiento:

  • Debe haber en el alma, un fuego que arda y que queme. El apóstol Pablo nos da un ejemplo, cuando dice: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16)
  • No hay nada que satisfaga el alma, hay una sola pasión.
  • No se debe tener en mente un puesto o un cargo (debilidad muy común en nuestra sociedad). La mente y el espíritu deben estar mirando la tarea, la misión, la función en la obra.
    El apóstol Pablo no habló de lo que fue, sino de lo que hizo (Romanos 15:18-19). Él miró la tarea, por eso siempre estuvo ocupado.
  • Cuando un creyente es lleno del Espíritu Santo, este comienza a poner cargas en esa persona. Algunas veces, estas cargas pueden transformarse en el verdadero propósito del llamamiento. Otras, son simplemente un paso hacia lo que Dios tiene para cada uno.
  • En el caminar con Dios pueden venir muchas cargas, hay que saber distinguir, no todo es para salir corriendo. Algunas son para orar. Otras, para actuar.

2) GUÍA DEL ESPÍRITU SANTO

Un libro sobre el Movimiento Pentecostal en Argentina decía del Movimiento Cristiano y Misionero “hacen especial énfasis en la guía del Espíritu Santo y las profecías”

De pronto, descubrimos que lo que para la familia es una cosa natural y lógica, no lo es en todas partes. Sin duda, la guía del Espíritu Santo es un principio distintivo del Movimiento.

La semilla que dio lugar al nacimiento de esta familia, se produjo cuando hombres y mujeres se pusieron a buscar un genuino mover del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo se hizo presente, derramó dones, ministerios, palabras proféticas y guía. Cuando el Espíritu Santo viene trae directivas.

El Espíritu Santo no es una persona pasiva, es tremendamente activa. La Biblia relata en Hechos un ejemplo del obrar del Espíritu Santo: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hechos 13:2).


¿Por qué se necesita la guía del Espíritu Santo?

Porque estamos en la era de la Iglesia, que es la era del Espíritu Santo.

La Iglesia nació por el Espíritu Santo en Pentecostés. Es sustentada, guiada, edificada, impulsada, corregida, y un sinnúmero de cosas más por el bendito Espíritu Santo.

Sin el Espíritu Santo no habría Iglesia. El Espíritu Santo es el que prepara a la novia (Iglesia), para las bodas del cordero.

Sería imposible en estos breves renglones exponer con justicia la persona y ministerio del Espíritu Santo.

Todo lo antedicho se cree y se predica en las Iglesias evangélicas, pero lo importante es entender cómo funciona en la práctica este ministerio.

Todo concuerda con la vida de fe que se practica. Si Dios llama a una persona, es Dios quien le dirá para que lo llamó y que es lo que espera de él o de ella.

Si alguien se ofrece en una agencia misionera, los directivos tendrán que decirle lo que tiene que hacer. Ellos son responsables por esa persona, y la misma se debe a ellos.

Pero cuando alguien entrega su vida en las manos del Señor respondiendo a un llamamiento, es el Señor el que irá guiando sus pasos, porque viene a ser parte de su plan magistral en la tierra, viene a ser un miembro de su cuerpo actual, el cual Dios puede usar a su criterio, transformándose en un instrumento en sus manos.

Si hemos de ser efectivos en la obra, será por la guía del Espíritu Santo.

La diferencia entre una obra batallada, estancada y otra pujante y con resultados, es la guía del Espíritu Santo.

Necesitamos su guía para nuestras predicaciones. Nuestra oración debe ser: “Espíritu Santo, dame una palabra del Cielo para este culto”, ¿puede nuestra palabra o sermón, por mas bien elaborado que esté, brindar respuesta a las diferentes necesidades que están delante nuestro en un culto? Imposible.

Solo el Espíritu Santo puede dar el pan fresco a cada uno.

El Dios que llama quiere guiar. Habría mil consideraciones que hacer respecto de la cantidad de cosas en la cuales se necesita la guía del Espíritu Santo, pero el punto fundamental es este: No es el obrero o pastor quien tiene al Espíritu Santo como ayudante, sino que es Dios que lo quiere usar (para eso lo llamó), y ha enviado al Espíritu Santo para que le ayude, le guíe y le enseñe a hacer su voluntad, y a desarrollar sus propósitos en la tierra. La Biblia dice:

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”. (Juan 16:13).

¿Cómo conocer la guía del Espíritu Santo?

Es importante aprender a oír la voz del Espíritu Santo.

Cuando un creyente es niño en Dios, las directivas vendrán directamente del pastor que le ministra. “Haz esto, haz lo otro”.

A los niños no se los deja obrar a su criterio. Necesitan conducción firme. La Biblia dice: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto os es provechoso”. (Hebreos 13:17).

El pastor está puesto para guiar. Cada pastor necesita una palabra de Dios para cada consejo. Mas, cuando una vida es llena del Espíritu Santo, comienza a oír su voz a través de la oración, de predicaciones, de la Palabra, de sueños, de visiones, también el Espíritu le puede hablar a través de necesidades, de cosas que se ven o que se oyen.

De pronto, nuestro espíritu es impresionado con “un sentir”. Confesamos “siento de parte de Dios”, que bien interpretado y no a la ligera, puede constituir la voz del Espíritu Santo hablando al alma y guiando a una persona a su voluntad. La expresión “sentir” es muy del Movimiento.

Es fundamental la confirmación.

En Dios hay orden, y el sentir de alguien debe estar sujeto a quién lo preside.

No es cuestión de que cada uno haga lo que siente, porque por más afinado que tenga el oído espiritual se puede equivocar. Es importante la confirmación y de alguien espiritualmente más maduro.

Concluimos con la consideración de este principio abriendo el corazón a una oración:

“Señor, nunca permitas que dejemos de ser guiados por tu Espíritu Santo, que dejemos de oír tu voz. No hay muchos doctos en nuestro medio, ni somos muy capaces humanamente. Somos lo vil y menospreciado que escogió Dios, para avergonzar lo que es. No tenemos nada en qué jactarnos ni en qué apoyarnos. Si perdemos la bendita llama de tu Espíritu Santo, no nos queda nada, somos muertos. Brille tu luz amorosa, e ilumine cada día nuestro camino, y seamos llevados en alas de tu Espíritu hasta alcanzar el propósito maravilloso para el cual un día nos llamaste”.

3) VIDA DE FE

El Dios que llama y que guía, proporcionará TODO lo que haga falta para concretar TODO lo que pide hacer.

El llamamiento implica una actividad creativa. Cuando se hace referencia a la vida de fe, no se habla solamente de sustento material, sino que DIOS PROPORCIONARÁ TODO, como dijo el apóstol Pablo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:19).

En Romanos 4:17-21, observamos que Dios creó en Abraham y Sara las facultades que no tenían, para cumplir con el propósito de su llamamiento. Esto es la vida de fe, otro de los principios básicos y fundamentales de la familia del M.C y M.

Si hay algo que salta a la vista en el trato de Jesús con sus discípulos, es que tenía como obsesión lograr que sus discípulos creyeran en Él para todas las cosas.

Vemos cuatro ejemplos:

  • Dos discípulos preparan la cena. (Marcos 14:12 al 15).
  • Pedro paga los impuestos (Mateo 17:27).
  • Dadles vosotros de comer (Marcos 6:37 al 44).
  • Misión de los setenta (Lucas 10: 1 al 12 y 17 al 20).

Algo que se enseñó desde el principio del Movimiento, es a depender de Dios, a creer en la provisión de Dios.

Se enseñó que Jesús envió a los doce y a los setenta sin bolsa, ni alforja, ni dinero, ni promesas humanas, para que aprendieran a confiar en Él.

Se enseñó que Jesús les dijo a sus discípulos que el obrero es “digno de su salario”, y que aunque su presencia no esté físicamente, su autoridad estaría con ellos, que orasen y reprendiesen tranquilos que El los iba a respaldar de la misma forma que HOY respalda su palabra.

Si alguien siente el llamado y es guiado por el Espíritu Santo a hacer la obra de Dios, su bendición, provisión y respaldo estarán presentes.

Así ha marchado el Movimiento. Creyendo la palabra escrita.

Al principio, hubo muchas críticas. A Samuel Sorensen lo tildaron de inconsciente y otros epítetos más gruesos cuando se realizó la primera cruzada al sur de Argentina, y luego al norte.

Se decía que enviaba a los jóvenes a morir de hambre, a ser mal testimonio, porque les enseñaba que Dios los podía sostener. Esto de creer la palabra tal cual fue escrita, sin interpretaciones privadas, ni adaptaciones a la época era algo nuevo, y no muy aceptado. Los resultados ya los conocemos.

¿Cómo viene la provisión?

Se podría escribir un libro sobre esto, pero se verán cinco puntos como ayuda en esta parte:

  1. Dios usa la semilla que se tiene

En el evangelio de Marcos, Jesús pregunta: “¿Cuantos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco y dos peces” (Marcos 6:38).

Provisión requiere fe. Generalmente, Dios no permite acumular. Una vez que se utiliza lo que se tiene, Dios provee más. El provee a medida que hay necesidad (léase 2da de Reyes 4 y Mateo 25:21).

  1. A veces hay que buscar

Dios no comulga con los indolentes. Una vez que se ha hecho todo, todo lo que se puede, Dios hará el resto.

  1. Vivir por fe no es mendigar

El obrero que recién sale a la obra misionera, y que con todas sus fuerzas sirve al Señor guiado por el Espíritu Santo, podrá estar seguro que Dios no le hará faltar el sustento y abrigo, y aún muchos más de lo que espera, y más de lo que tenía cuando trabajó para sí mismo.

  1. El obrero que recién sale a la misión ¿puede trabajar materialmente?

El consejo anterior es la excelencia, el consejo es no enredarse, no salirse del propósito para el que fue enviado. Pablo le aconsejó a Timoteo: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2da de Timoteo 2:4).

  1. El obrero ¿vive por los diezmos o vive por la fe? 

El obrero o pastor, no importa su trayectoria. Vive por la fe. (Romanos 1:17).

Para suplir sus necesidades, Dios puede usar diezmos, ángeles, cuervos, etc.

Un siervo de Dios nunca debe mirar el canal, debe mirar la fuente que es Dios. El que le llamó y le envía, sabe lo que hace.

La fe es imprescindible en un pastor. Jesús reprochó la incredulidad. (Mateo 6:30, 8:26, 14:31 y 21: 21 y 22).

La aplicación de la fe que se ha enseñado a los obreros desde el principio en el Movimiento, es la siguiente: Creer por los demás, creer por su familia, creer por sus hijos, creer que de las personas que Dios puso a su cargo saldrán otros pastores y obreros. Creer por restauración, creer por obras nuevas, creer por Argentina convertida, creer por América latina convertida.

El Movimiento es una familia de fe, visión y acción.

4) DISCIPULADO

El Movimiento Cristiano y Misionero ha tenido como principio, preparar a los obreros y futuros pastores en el terreno, en la fragua, en la batalla, no separado del pueblo y las necesidades.

Significado de la palabra discípulo:

Persona que aprende una doctrina del maestro a cuya dirección se entrega. (Sinónimos: seguidor, aprendiz).

Discípulo es aquel que se somete a la disciplina del aprendizaje.

El alumno aprende una enseñanza. El discípulo aprende una vida.

Una de las verdades que se hizo clara en la familia, desde el comienzo, y que fue el orígen de la práctica del discipulado, fue la cualidad de todos los seres vivos de reproducirse según su género.

Transmitido esto a lo espiritual, llegamos a la conclusión que Dios espera de cada pastor que se reproduzca o multiplique en otros.

La formación de los doce discípulos en el ministerio de Jesús cumple una función tan importante como su predicación a las multitudes y aún los milagros. Su agonía por los doce la observamos en su oración magistral.

De la misma manera que toda la familia humana, tiene la facultad de reproducirse, cuidar y criar a sus hijos hasta que sean hombres, cada pastor u obrero tiene que creer por los que Dios ha puesto a su lado.

Debe sembrar la semilla del servicio, debe creer que de allí Dios puede escoger siervos y siervas de Dios.

Nadie tiene toda la enseñanza que un hijo necesita, para eso existen escuelas y maestros. Dios también ha puesto en la Iglesia, maestros y apóstoles que enseñan, confirman y animan, pero esto no exime a ningún obrero de creer por los que están a su lado.

Es la gran responsabilidad del pastor. Descubrir entre los que están a su lado, aquellas vidas sobre las cuales está el dedo de Dios, y brindar todas las oportunidades para que alcancen el propósito para el cual el Señor la llamó.

Algunos han tenido problemas con este punto. Alguien dijo: “traté de practicarlo y me cargué de mil problemas”, Jesús, en un momento, también se cansó (Mateo 17:14-21), pero continuó discipulando, y gracias a eso, el evangelio se afirmó, creció y llegó hasta nosotros.

¿Por qué discipular?

  1. Porque es mandato de Jesús (Mateo 28:16-20).
  2. Porque sus discípulos lo hicieron (Hechos 14:21).
  3. Porque es la forma de multiplicación establecida desde la fundación del mundo (Génesis 1:28).
  4. Porque si no tenemos seminarios, ni escuelas bíblicas, y si tampoco se forman discípulos, la obra está condenada a estancarse. Si en esta hora reaccionamos a la responsabilidad que tenemos, en formar a aquellas personas que Dios puso a nuestro lado, habrá un ensanche y crecimiento muy grande de la obra de Dios.

Hay diversas categorías de discípulos. Los tres, los doce, los setenta, los ciento veinte, los quinientos y la multitud. Todos eran discípulos, pero había doce que estaban con él.

Son los que dijeron: “nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido” (Mateo 19:27). Estos son aquellos que hoy en día, vienen y nos dicen: “pastor, quiero entrar al discipulado, estoy dispuesto a dejar todo para servir al Señor”

A veces no se sabe bien qué decirles, y en algunos casos, por no actuar bien, ha habido problemas.

Hay cuatro requisitos fundamentales que se tienen que cumplir en alguien que está dispuesto a dar ese paso:

  1. Debe tener un llamamiento. Si no lo tiene, no soportará la disciplina y será un tropiezo.
  2. Debe tener buen testimonio. Traerlo al discipulado para sacarlo del mundo no funciona. Si no puede ser buen cristiano, tampoco será un buen discípulo.
  3. Debe ser fiel a la Iglesia y a los pastores. Si ha de someterse a la disciplina de un discipulador, debe quererlo, respetarlo y serle fiel.
  4. Debe invertir todo y hacerse útil. El que no puede poner al Señor en primer lugar y hacerse útil, no sirve para un servicio mayor.

¿Donde vive el discípulo?

Cuando el discípulo llega a ser uno de los doce, es imprescindible que deje su casa y entre a la comunidad ministerial. Puede ser la casa pastoral, o al lado de esta o muy cerca. Por supuesto que la casa pastoral en este caso debe ser un lugar de consagración absoluta al ministerio.

El discípulo entra a un lugar en donde lo primero es la obra de Dios. Deja de ser un espectador para luchar desde adentro para el crecimiento de la obra.

Empieza a compartir con su maestro la tarea diaria, las alegrías y los sufrimientos. Aprende la vida de fe.

Aprende a buscar la guía del Espíritu Santo, y tiene la oportunidad de aprender no solo lecciones teóricas, sino la vida del pastor y en forma bien práctica.

¿Qué hace el discípulo?

El servicio del discípulo.

El discípulo no viene para ser servido, sino para servir. Abundan en la Biblia, ejemplos de esto. Desde Josué “pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor” (Éxodo 33:11), hasta Jesús y sus discípulos. Sus tareas van desde lo material y doméstico, hasta lo espiritual.

Si la comunidad es pequeña y vive por ejemplo en la casa pastoral, debe colaborar como todo hijo en las tareas de la casa.

Si la comunidad es grande, discípulos y discípulas colaboran por igual conforme a la necesidad, y sin tenerle miedo al servicio personal.

El discípulo debe aprender a servir y colaborar en todas las cosas y de esta forma estar preparado para toda buena obra. En todo momento no debe constituir una carga sino una ayuda.

Otro aspecto, es hacer todo lo relacionado al ministerio. A través de discípulos fieles, está la posibilidad de ampliar muchísimo la obra.

Los discípulos colaboran en escuelas bíblicas para niños, tareas evangelísticas, tareas con la juventud, visitación a enfermos y necesitados y toda otra tarea espiritual y/o material que el ministerio emprenda.

La disciplina y el crecimiento del discípulo.

No puede haber discipulado sin disciplina. Lo primero que tiene que aprender un discípulo es someter su voluntad. Sin una actitud obediente de alma, no existe discipulado.

El éxito de un ministerio consiste en haber obedecido a un llamamiento y en haber hecho la voluntad de Dios. El discípulo de éxito es aquel que tiene una actitud sumisa al que lo instruye, porque mañana no tendrá problemas en tener la misma actitud hacia todo lo que Dios le guíe. Jesús dijo: “vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (San Juan 15:14).

Un semillero de obreros

El semillero es aquella porción chica y bien protegida de tierra donde el agricultor siembra las semillas, que al germinar y crecer serán los plantines que estarán listos para ser puestos en los surcos.

Este es un ejemplo para apreciar lo que es el discipulado. Los discípulos se van formando al calor y abrigo de su pastor e Iglesia local.

El tiempo de todos no es el mismo. Es como el trabajo de un artesano, pieza por pieza. Cuando están listos van saliendo al campo misionero. Algunos irán a obras nuevas, otros a cubrir distintas necesidades. Lo importante es que el semillero no se vacíe para que siempre haya obreros en la obra del Señor.

5) EL SENTIDO DE CUERPO

El Movimiento Cristiano y Misionero, no nació como un grupo de Iglesias independientes que se afiliaron para hacer una denominación.

Nació por un grupo de siervos del Señor, que con una visión en su alma, se unieron, para caminar juntos en este camino de fe, como un cuerpo, una familia, como ministerios interdependientes, marchando unidos en la conquista de Argentina y los países hasta donde llegara la visión.

Bajo este importante fundamento surgen algunos puntos importantes:

a)    Respeto y apoyo recíproco de los ministerios.

Desde el principio se ha enseñado a respetar a los compañeros en la obra, considerando a cada uno compañero y amigo, sea grande o chiquito.

Se ha enseñado a los obreros a apoyarse mutuamente. Por eso, hoy en día, los obreros viajan en forma desinteresada de un rincón a otro del país y del mundo para socorrer a un amigo que está caído.

Cuando llega al pueblo o ciudad, el obrero que visita se somete al ministerio local, entendiendo que el pastor local es el hombre que Dios puso allí, que es la parte del cuerpo en aquel lugar y que debe respetarla, quererla y amarla.

b) La hermandad entre Iglesias

Cuando los padres son amigos, los hijos también son amigos. Es muy lindo ver en todos los rincones del país, las famosas “reuniones especiales”. Las Iglesias se visitan, se hospedan, comen juntos y participan juntos en la cena del Señor.

Aquel obrero que se aísla, es responsable del aislamiento de su congregación.
Dios nos ayude a acrecentar este sentido de cuerpo, para que cada vez más, seamos uno como es el deseo del Señor.

c)    El reconocimiento del presbiterio como cuerpo de guía, consejo y disciplina

Y no solamente esto, sino además, en el presbiterio tenemos quién nos presida y sea nuestra cubierta espiritual.

Pudieran surgir con la observación de la obra, otros principios que no se han enumerado aquí. Quizá muchos de ellos sean parte o surjan de la profundización de estos mismos. Otros, no se han enumerado por ser comunes a toda la Iglesia. Se ha mirado a estos principios, porque se consideran fundamentales en el Movimiento.

La oración es, que como obreros no solamente podamos conocerlos, sino vivirlos cada día más, para que aquellos resultados que se vieron ayer, se repitan HOY, en una dimensión mayor. ¡Amén!